Teatro
Lugar: PALACIO DE LA AUDIENCIA
Un grupo de actores llega al teatro antes de que comience un ensayo de una obra de Valle Inclán: “Los cuernos de Don Friolera”.
Solo, y escalonadamente, acuden tres actores y un técnico. Faltan pocos días para el estreno, que ésta vez, por fin, va a ser en Madrid. Ya han trabajado juntos muchas otras veces, se conocen y se quieren, pero también tienen los tics propios de las personas que han vivido muchas cosas juntas y creen saberlo todo del otro. Se equivocan.
Las relaciones en el teatro son intensas pero frágiles, y mientras esperan que lleguen el resto de la Compañía informarán, sin saberlo, al público de su concepto de vida, su puesta en escena, su interpretación y su actitud frente a los acontecimientos actuales.
Mientras llegan o no los compañeros, deciden ensayar sus escenas y de paso, acabarán haciendo prácticamente toda la obra. Jugarán con los elementos escenográficos que están en escena sin terminar del todo y con parte del vestuario que está a la vista en un perchero.
Actuarán, improvisarán, discutirán, reirán, pero se entregarán generosamente a representar “Los cuernos de Don Friolera”. Y lo hacen. Pero tras ello, los cómicos habrán de enfrentarse a una noticia imprevista...
La autoría, además de en Valle-Inclán, recae en Luisa Hurtado, que juega con sus experiencias autobiográficas.
Teatro
Lugar: PALACIO DE LA AUDIENCIA
Duración: 95 min.
Lope de Vega en una loa de 1607 le propone al «ilustre senado» el siguiente enigma: ¿Cuál es aquel monstruo fiero que nació de nobles padres y parió una madre sola y de muchas madres nace? Obviamente la adivinanza alude al actor. O tal vez no sea tan obvio, así como tampoco es tan obvio que el «ilustre senado» sea siempre el público. Farsantes, comediantes, faranduleros, representantes, recitantes… La historia ha retenido los nombres de algunos elegidos «por su gracia y galanura» como los más notorios del Siglo de Oro español: ¡Maldonado, Cosme Pérez (Juan Rana), La Calderona…! Ellos aprendieron la mueca de los guijarros esculpidos por el viento y sus voces fueron las voces de los poetas, eternamente repetidas bajo el cielo lluvioso o el sol de los caminos.
Rafael Álvarez El Brujo, director, autor de la versión e intérprete, estará sobre el escenario haciendo lo que mejor sabe, teatro, acompañado por Javier Alejano como músico en directo.
MUSICAL
Lugar: PALACIO DE LA AUDIENCIA
Teatro
Lugar: PALACIO DE LA AUDIENCIA
Teatro
Lugar: PALACIO DE LA AUDIENCIA
Duración: 90 min.
Dentro de una tormenta de niebla, Poncia, la criada de Bernarda Alba, reza por la muerte de Adela. La casa se ha sumido en un mar de silencio. Poncia habla sola y también con ellas, con Bernarda Alba y sus hijas.
Este texto está escrito a partir de las intervenciones del personaje de Poncia en la obra de Federico García Lorca. En un profundo análisis del personaje he rescatado las intervenciones de Poncia y las he convertido en reflexión, en soliloquios, en diálogos con fantasmas y sombras. De este modo se alumbra un nuevo mirar dentro de la casa. En la obra original asistimos a una sucesión de hechos que se desarrollan, aquí, en esta Poncia, no. Ella habla después del shock producido por el suicidio de Adela. Todo ocurre después de su muerte.
La lengua de Poncia se desata en un lugar prohibido para las palabras. Poncia ajusta cuentas con las habitantes que sobreviven dentro. Descubrimos la simpatía de Poncia por la más joven de la casa. La reivindica, Ha muerto una hembra valiente dice, y se culpa así misma de no haber hecho más de lo que hizo para separar a los amantes clandestinos. La Poncia siempre me ha sugestionado como ningún otro personaje de los que habitan en la casa de Bernarda Alba. Los personajes de las criadas encierran un enigma interesante.
Son personajes que son testigos de los avatares de los protagonistas. Conocen la verdad del interior de las casas y poseen la filosofía oculta de las clases populares.
Escuchamos la voz de la criada para iluminar los rincones de la obra de Lorca. La Poncia habla de suicidio, de libertad, de culpa, de clase, de educación, de sexo y lo habla con toda la fuerza de la voz que ha sido maltratada y callada. El alma de la Poncia se abre para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad.